En 2008, las diferencias entre la ciudad de Seattle y Bennett sobre los intentos de este para romper los últimos dos años de contrato con el KeyArena acabaron en los tribunales federales, y casi un mes más tarde las dos partes llegaron a un acuerdo. Los términos de la venta pedían al nuevo grupo de propietarios tener «buena fe y el mejor esfuerzo» para que en un plazo de 12 meses pudieran garantizar un nuevo contrato de alquiler del estadio u otro lugar en el área metropolitana de Seattle.